DE NUEVO YO... JEJE! SOLAMENTE LES DIGO.... ¡¡¡QUE COMIENZA LO BUENO!!!
Capítulo 28
El sábado por
la noche era siempre el momento de más animación en el Buffalo Club, por eso Jimmy,
el encargado de la barra, no estaba seguro de cuánto tiempo llevaba Teo allí
cuando lo vio, con una cerveza en la mano e inclinado sobre una pelirroja que
llevaba en la cara suficiente maquillaje para cubrir la Falla de San Andrés. La
pelirroja no parecía impresionada; no dejaba de volverse hacia su amiga, una
rubia platino igual de pintada que ella, como si las dos intentaran continuar
una conversación y Teo se estuviera entrometiendo.
Jimmy no volvió
a mirarlos; lo último que quería era que se percatara de que se habían fijado
en él. Como tenía una cerveza en la mano, debía de haberle servido una de las
camareras, en lugar de acercarse él a la barra como hacía siempre. Jimmy cogió
el teléfono que había debajo del mostrador, marcó el número y dijo:
—Está aquí.
—Maldición —respondió Torre al otro extremo de la línea—. Necesito verdaderamente hablar con él, pero
no puedo escaparme. En fin, otra vez será.
—Claro —dijo Jimmy, y colgó.
Torre
interrumpió la conexión y rápidamente llamó a dos hombres que conocía y les
dijo:
—Reunios conmigo en el Buffalo Club, dentro
de cuarenta minutos. Venid preparados.
A continuación,
él también se preparó; se puso una gorra de béisbol para ocultar su cabello y
unas botas para parecer más alto, y se metió una almohada pequeña debajo de la
camisa. Con buena luz, aquel intento de disfraz resultaría obvio, pero de noche
aquellas pequeñas cosas bastarían para que fuera difícil reconocerlo si sucedía
algo desagradable en el club. Torre no pensaba hacer nada allí; sólo quería
pillar a Teo y llevárselo a algún sitio donde no hubiera doscientos testigos
potenciales, pero siempre podían torcerse las cosas. Por eso no conducía su
propio coche; había vuelto a tomar uno prestado, sólo por si acaso, y cambiado
la matrícula por una que había quitado de un coche de Georgia. Dejando a un
lado posibles imprevistos, tales como otra pelea, su pequeño problema con Teo
debía ser atendido aquella misma noche.
~~~~*****~~~~
Lali descubrió
que hacía falta mucho valor para regresar a un local en el que uno había
provocado accidentalmente una pelea. No tenía por qué haber muchas personas que
de hecho conocieran la causa de la misma: ella, el jefe Lanzani, tal vez el
tipo cuyos testículos había aplastado —aunque no creía que el hombre en
cuestión se hubiera fijado mucho en lo que ocurría a su alrededor— y quizás una
o dos personas perspicaces que estuvieran observando. O sea, cinco como mucho.
¿Y qué posibilidades había de que una de las otras cuatro personas estuviera
allí esa noche? No iba a pasarle nada en absoluto, nadie iba a señalarla con el
dedo en cuanto entrase por la puerta y gritar: «¡Es ella!»
Aquello era lo
que le decía la lógica. Sin embargo, la lógica también le había dicho que
comprar condones no representaría el más mínimo problema, así que estaba claro
que la lógica no era infalible.
De modo que
allí estaba, sentada en el interior de su coche en el aparcamiento, observando
a las parejas, grupos y personas solas que entraban en el Buffalo Club, que
estaba muy animado. Se oía la música cada vez que abrían la puerta, y sentía el
fuerte retumbar de la batería de la orquesta incluso a través de las paredes. Y
allí se encontraba ella, toda arreglada, y sin valor para entrar.
Pero estaba
trabajando en ello; cada vez que se decía algo a sí misma para levantarse el
ánimo, se acercaba un poco más al acto de abrir la portezuela del coche. Iba de
rojo, el primer vestido rojo que había tenido en su vida, y sabía que le
quedaba muy bien. El cabello rubio todavía le flotaba con aquel peinado
sencillo pero clásico, su maquillaje era sutil pero favorecedor, y el vestido
haría que todas aquellas chicas que llevaban tops ajustados parecieran chicas
sin clase, lo cual era una especie de redundancia. El vestido era casi igual
que un vestido de playa de los que Sandra Dee habría llevado a principios de la
década de 1960, con tirantes de cinco centímetros de ancho, escote bajo —pero
no demasiado bajo—, cintura entallada y falda de vuelo que llegaba justo por
encima de las rodillas y se movía alrededor de las piernas al andar. Se había
puesto otra vez los zapatos de tacón y la pulserita de oro alrededor del
tobillo. Ésta y los pendientes eran las únicas joyas que llevaba, lo cual le
proporcionaba un aspecto muy elegante y austero.
No sólo estaba
guapa, sino impresionante, y si no salía del coche y entraba en el club, no se
enteraría nadie excepto ella.
Por otra parte,
tal vez fuera mejor dejar que el local se llenase del todo, para reducir las
posibilidades, ya escasas, de que la reconociera alguien.
Tamborileó con
los dedos en el volante. Sentía la música que la incitaba a saltar a la pista y
ponerse a bailar. La encantó aquella parte de la noche, el ritmo y la sensación
de su cuerpo moviéndose y el hecho de saber que lo estaba haciendo bien, que
las clases que había tomado cuando iba a la universidad ahora le servían de
algo, ya que todavía se acordaba de los pasos, y evidentemente a los hombres
les gustaba mucho bailar con alguien que supiera hacer algo más que plantarse
en un sitio y dar botes. Aunque los locales de música country no ponían mucha
música de saltar; más bien se bailaba en grupos, o a ritmo lento...
—Estoy buscando evasivas —anunció en voz alta—. Es más: se me da muy bien.
Por otra parte,
también se le había dado bien siempre obedecer los límites de tiempo que se
imponía a sí misma.
—Diez minutos más —dijo, al tiempo que encendía el contacto para
consultar el reloj del salpicadero—. Voy
a entrar dentro de diez minutos.
Volvió a apagar
el contacto y chequeó el contenido de su diminuto bolso. Permiso de conducir,
barra de labios, pañuelo de papel y un billete de veinte dólares. Hacer
inventario no le llevó más de, digamos, cinco segundos.
En aquel
momento salieron tres hombres del club cuyas caras se iluminaron brevemente al
pasar bajo el rótulo luminoso de la entrada. El del medio le resultó familiar,
pero no le vino ningún nombre a la mente. Observó cómo cruzaban a pie el abarrotado
aparcamiento y avanzaban entre las filas irregulares que formaban automóviles y
furgonetas. De un coche salió otro hombre cuando llegaron a su altura, y los
cuatro se dirigieron hacia una camioneta aparcada debajo de un árbol.
Otro coche más
entró en el aparcamiento iluminando con sus faros al grupo de cuatro hombres
que estaban de pie junto a la camioneta. Tres de ellos observaron al recién
llegado, mientras el cuarto se volvía para mirar algo en el interior de la
camioneta.
Entonces
salieron del coche un hombre y una mujer y entraron en el local. Se oyó
brevemente el estruendo de la música cuando se abrió la puerta, y el estruendo
se convirtió de nuevo en un rumor amortiguado cuando ésta se cerró. Excepto los
cuatro hombres que permanecían debajo del árbol y la propia Lali, no había
nadie más en el aparcamiento.
Ella accionó de
nuevo el contacto para ver la hora. Le quedaban cuatro minutos. Perfecto; no
tenía ganas de apearse del coche y atravesar el aparcamiento ella sola, con
aquellos cuatro hombres plantados allí. Tal vez se fueran. Apagó el contacto y
levantó la mirada.
Uno de los
hombres debía de estar verdaderamente muy borracho, porque ahora lo aguantaban
otros dos, uno a cada lado, y, ante la atenta mirada de Lali, lo introdujeron
en el remolque de la camioneta sujetándole la cabeza con cuidado. Aquello
estaba bien; no iban a permitirle conducir en semejante estado, aunque, a
juzgar por su aspecto, ya se encontraba inconsciente. Los tres hombres parecían
estar perfectamente cuando salieron del local, pero Lali había oído hablar de
gente que caminaba y hablaba con normalidad justo hasta un segundo antes de
desmayarse. Siempre había creído que eran puras invenciones, pero aquí tenía
ahora la prueba, delante de sus propios ojos.
Los dos hombres
que habían introducido a su amigo en la camioneta subieron también al vehículo
y se fueron. El cuarto hombre dio media vuelta y regresó a su coche.
Lali miró la
hora otra vez. Ya habían pasado los diez minutos. Respiró hondo, sacó la llave
del contacto, la guardó en su pequeñobolso y salió del coche pulsando con gesto
automático el botón de bloqueo al tiempo que abría la puerta.
—«Cañón a la derecha de ellos, cañón a la
izquierda...» —citó
mientras atravesaba el aparcamiento, pero enseguida deseó haber elegido otra
cosa, porque la Brigada Ligera había perecido.
Pero a ella no
le ocurrió nada. No la descabalgaron de un disparo, ni nadie la señaló nada más
abrir la puerta. Entró, pagó los dos dólares y al instante fue engullida por la
música.
~~~~****~~~~
Juan Cruz Torre
estaba sentado en su coche, con mirada fría y ardiente al contemplar a la mujer
que se dirigía al club. ¿De dónde diablos había salido? Tenía que haber estado
dentro de algún coche, y en la oscuridad no había reparado en ella.
GIULA: SIMPLEMENTE TE DIGO QUE CAPITULO HIPER MEGA DEDICADO A TI. ME ENCANTARON TODOS TUS COMENTARIOS, GRACIAS A TI, SE PUBLICO EL SEGUNDO CAPITULO DEL DÍA.
GRACIAS A VALE, FRESY07, GIADA Y LINA @Lina_AR12 POR FIRMAR.
UN BESO A TODAS Y MAÑANA MAS Y LES PUEDO ASEGURAR QUE MUCHISIMO MEJOR...
LAS QUIERO
FATY***
noooooooo la vio
ResponderEliminarpero esta oscuro, esperemos que no le haya visto la cara.... ni que intente espear a que salga del club para seguirla
ResponderEliminarestoy deseando que llegue Peter al Buffalo jajaja XD me encanta este Peter, es muy divertido ^^ besos y espero mas MUACKS ♥ tq
mmmm y ahora???
ResponderEliminarLali, no se dio cuenta de lo que estaban haciendo esos hombres, tampoco reconoció a Teo, lo bueno de todo esto es que tampoco la reconocieron a ella!
Quiero más!
Lore456
Tan inocente ella,jajaja,lo k hace mirar unos segundos la hora.Pero Torre si k se da ,buena cuenta d ella,un cabo suelto.Ya la tenemos dentro ,y Peter aún no ha aparecido.Todavía le cuesta ,pero es cabezona y al final entra.
ResponderEliminarjajajajaj chan llali mas inocente o puede jejejejej mas linda hay espero que no le agan nada a lali mas novelaaaa mas laliter mas genia
ResponderEliminarun beso mi vida
dulce
Fa ..... te dejo un link para que veas algo nuevo de mi LUGAR en el mundo, es de Rincon Nuestro http://rinconnuestro.blogspot.com.ar
ResponderEliminarFijate y si queres entrar, avisame y le paso tu mail a las chicas.
No!!, no me gustan q todos quieran a lali, y menos los malos!!! Más nove!
ResponderEliminarLali muerta de nervios, espero que no pase nada malo y que llegue Peter hacerla disque a enojar cuando lo que hace es seducirla.
ResponderEliminarTu cap me recuerda que yo nunca volví a entrar a un bar, donde tuve mi 1 borrachera con ron (nunca más he tomado ron) xd hace ya más de 5 años jaja:).
Ruthy_lu
Cada vez me sorprende mas la inocencia de Lali! Quiero otro encuentro laliter
ResponderEliminarfresy07
Jaja Lali no tiene registro del lío en el q inocentemente se esta´metiendo!
ResponderEliminarhuyy mejor q no le pase nada a lali :/
ResponderEliminarmassssss
ayyyyy siempre va a estar Lali en el momento y lugar no indicados cuando a los "malos" se trata?!
ResponderEliminarMAS NOVE!!!!!
Jajajjajaja estoy de acuerdo cn Camiii, tiene una suerte :p Jajajaja me encantoooo
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