sábado, 9 de junio de 2012

CAPÍTULO 28


DE NUEVO YO... JEJE! SOLAMENTE LES DIGO.... ¡¡¡QUE COMIENZA LO BUENO!!!


Capítulo 28

El sábado por la noche era siempre el momento de más animación en el Buffalo Club, por eso Jimmy, el encargado de la barra, no estaba seguro de cuánto tiempo llevaba Teo allí cuando lo vio, con una cerveza en la mano e inclinado sobre una pelirroja que llevaba en la cara suficiente maquillaje para cubrir la Falla de San Andrés. La pelirroja no parecía impresionada; no dejaba de volverse hacia su amiga, una rubia platino igual de pintada que ella, como si las dos intentaran continuar una conversación y Teo se estuviera entrometiendo.
Jimmy no volvió a mirarlos; lo último que quería era que se percatara de que se habían fijado en él. Como tenía una cerveza en la mano, debía de haberle servido una de las camareras, en lugar de acercarse él a la barra como hacía siempre. Jimmy cogió el teléfono que había debajo del mostrador, marcó el número y dijo:
—Está aquí.
—Maldición —respondió Torre al otro extremo de la línea—. Necesito verdaderamente hablar con él, pero no puedo escaparme. En fin, otra vez será.
—Claro —dijo Jimmy, y colgó.
Torre interrumpió la conexión y rápidamente llamó a dos hombres que conocía y les dijo:
Reunios conmigo en el Buffalo Club, dentro de cuarenta minutos. Venid preparados.
A continuación, él también se preparó; se puso una gorra de béisbol para ocultar su cabello y unas botas para parecer más alto, y se metió una almohada pequeña debajo de la camisa. Con buena luz, aquel intento de disfraz resultaría obvio, pero de noche aquellas pequeñas cosas bastarían para que fuera difícil reconocerlo si sucedía algo desagradable en el club. Torre no pensaba hacer nada allí; sólo quería pillar a Teo y llevárselo a algún sitio donde no hubiera doscientos testigos potenciales, pero siempre podían torcerse las cosas. Por eso no conducía su propio coche; había vuelto a tomar uno prestado, sólo por si acaso, y cambiado la matrícula por una que había quitado de un coche de Georgia. Dejando a un lado posibles imprevistos, tales como otra pelea, su pequeño problema con Teo debía ser atendido aquella misma noche.
~~~~*****~~~~
Lali descubrió que hacía falta mucho valor para regresar a un local en el que uno había provocado accidentalmente una pelea. No tenía por qué haber muchas personas que de hecho conocieran la causa de la misma: ella, el jefe Lanzani, tal vez el tipo cuyos testículos había aplastado —aunque no creía que el hombre en cuestión se hubiera fijado mucho en lo que ocurría a su alrededor— y quizás una o dos personas perspicaces que estuvieran observando. O sea, cinco como mucho. ¿Y qué posibilidades había de que una de las otras cuatro personas estuviera allí esa noche? No iba a pasarle nada en absoluto, nadie iba a señalarla con el dedo en cuanto entrase por la puerta y gritar: «¡Es ella!»
Aquello era lo que le decía la lógica. Sin embargo, la lógica también le había dicho que comprar condones no representaría el más mínimo problema, así que estaba claro que la lógica no era infalible.
De modo que allí estaba, sentada en el interior de su coche en el aparcamiento, observando a las parejas, grupos y personas solas que entraban en el Buffalo Club, que estaba muy animado. Se oía la música cada vez que abrían la puerta, y sentía el fuerte retumbar de la batería de la orquesta incluso a través de las paredes. Y allí se encontraba ella, toda arreglada, y sin valor para entrar.
Pero estaba trabajando en ello; cada vez que se decía algo a sí misma para levantarse el ánimo, se acercaba un poco más al acto de abrir la portezuela del coche. Iba de rojo, el primer vestido rojo que había tenido en su vida, y sabía que le quedaba muy bien. El cabello rubio todavía le flotaba con aquel peinado sencillo pero clásico, su maquillaje era sutil pero favorecedor, y el vestido haría que todas aquellas chicas que llevaban tops ajustados parecieran chicas sin clase, lo cual era una especie de redundancia. El vestido era casi igual que un vestido de playa de los que Sandra Dee habría llevado a principios de la década de 1960, con tirantes de cinco centímetros de ancho, escote bajo —pero no demasiado bajo—, cintura entallada y falda de vuelo que llegaba justo por encima de las rodillas y se movía alrededor de las piernas al andar. Se había puesto otra vez los zapatos de tacón y la pulserita de oro alrededor del tobillo. Ésta y los pendientes eran las únicas joyas que llevaba, lo cual le proporcionaba un aspecto muy elegante y austero.
No sólo estaba guapa, sino impresionante, y si no salía del coche y entraba en el club, no se enteraría nadie excepto ella.
Por otra parte, tal vez fuera mejor dejar que el local se llenase del todo, para reducir las posibilidades, ya escasas, de que la reconociera alguien.
Tamborileó con los dedos en el volante. Sentía la música que la incitaba a saltar a la pista y ponerse a bailar. La encantó aquella parte de la noche, el ritmo y la sensación de su cuerpo moviéndose y el hecho de saber que lo estaba haciendo bien, que las clases que había tomado cuando iba a la universidad ahora le servían de algo, ya que todavía se acordaba de los pasos, y evidentemente a los hombres les gustaba mucho bailar con alguien que supiera hacer algo más que plantarse en un sitio y dar botes. Aunque los locales de música country no ponían mucha música de saltar; más bien se bailaba en grupos, o a ritmo lento...
—Estoy buscando evasivas —anunció en voz alta—. Es más: se me da muy bien.
Por otra parte, también se le había dado bien siempre obedecer los límites de tiempo que se imponía a sí misma.
—Diez minutos más —dijo, al tiempo que encendía el contacto para consultar el reloj del salpicadero—. Voy a entrar dentro de diez minutos.
Volvió a apagar el contacto y chequeó el contenido de su diminuto bolso. Permiso de conducir, barra de labios, pañuelo de papel y un billete de veinte dólares. Hacer inventario no le llevó más de, digamos, cinco segundos.

En aquel momento salieron tres hombres del club cuyas caras se iluminaron brevemente al pasar bajo el rótulo luminoso de la entrada. El del medio le resultó familiar, pero no le vino ningún nombre a la mente. Observó cómo cruzaban a pie el abarrotado aparcamiento y avanzaban entre las filas irregulares que formaban automóviles y furgonetas. De un coche salió otro hombre cuando llegaron a su altura, y los cuatro se dirigieron hacia una camioneta aparcada debajo de un árbol.
Otro coche más entró en el aparcamiento iluminando con sus faros al grupo de cuatro hombres que estaban de pie junto a la camioneta. Tres de ellos observaron al recién llegado, mientras el cuarto se volvía para mirar algo en el interior de la camioneta.
Entonces salieron del coche un hombre y una mujer y entraron en el local. Se oyó brevemente el estruendo de la música cuando se abrió la puerta, y el estruendo se convirtió de nuevo en un rumor amortiguado cuando ésta se cerró. Excepto los cuatro hombres que permanecían debajo del árbol y la propia Lali, no había nadie más en el aparcamiento.
Ella accionó de nuevo el contacto para ver la hora. Le quedaban cuatro minutos. Perfecto; no tenía ganas de apearse del coche y atravesar el aparcamiento ella sola, con aquellos cuatro hombres plantados allí. Tal vez se fueran. Apagó el contacto y levantó la mirada.
Uno de los hombres debía de estar verdaderamente muy borracho, porque ahora lo aguantaban otros dos, uno a cada lado, y, ante la atenta mirada de Lali, lo introdujeron en el remolque de la camioneta sujetándole la cabeza con cuidado. Aquello estaba bien; no iban a permitirle conducir en semejante estado, aunque, a juzgar por su aspecto, ya se encontraba inconsciente. Los tres hombres parecían estar perfectamente cuando salieron del local, pero Lali había oído hablar de gente que caminaba y hablaba con normalidad justo hasta un segundo antes de desmayarse. Siempre había creído que eran puras invenciones, pero aquí tenía ahora la prueba, delante de sus propios ojos.
Los dos hombres que habían introducido a su amigo en la camioneta subieron también al vehículo y se fueron. El cuarto hombre dio media vuelta y regresó a su coche.
Lali miró la hora otra vez. Ya habían pasado los diez minutos. Respiró hondo, sacó la llave del contacto, la guardó en su pequeñobolso y salió del coche pulsando con gesto automático el botón de bloqueo al tiempo que abría la puerta.
—«Cañón a la derecha de ellos, cañón a la izquierda...» —citó mientras atravesaba el aparcamiento, pero enseguida deseó haber elegido otra cosa, porque la Brigada Ligera había perecido.
Pero a ella no le ocurrió nada. No la descabalgaron de un disparo, ni nadie la señaló nada más abrir la puerta. Entró, pagó los dos dólares y al instante fue engullida por la música.
~~~~****~~~~

Juan Cruz Torre estaba sentado en su coche, con mirada fría y ardiente al contemplar a la mujer que se dirigía al club. ¿De dónde diablos había salido? Tenía que haber estado dentro de algún coche, y en la oscuridad no había reparado en ella.
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GIULA: SIMPLEMENTE TE DIGO QUE CAPITULO HIPER MEGA DEDICADO A TI. ME ENCANTARON TODOS TUS COMENTARIOS, GRACIAS A TI, SE PUBLICO EL SEGUNDO CAPITULO DEL DÍA.

GRACIAS A VALE, FRESY07, GIADA Y LINA @Lina_AR12  POR FIRMAR.

UN BESO A TODAS Y MAÑANA MAS Y LES PUEDO ASEGURAR QUE MUCHISIMO MEJOR...

LAS QUIERO


FATY***

13 comentarios:

  1. pero esta oscuro, esperemos que no le haya visto la cara.... ni que intente espear a que salga del club para seguirla

    estoy deseando que llegue Peter al Buffalo jajaja XD me encanta este Peter, es muy divertido ^^ besos y espero mas MUACKS ♥ tq

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  2. mmmm y ahora???
    Lali, no se dio cuenta de lo que estaban haciendo esos hombres, tampoco reconoció a Teo, lo bueno de todo esto es que tampoco la reconocieron a ella!
    Quiero más!
    Lore456

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  3. Tan inocente ella,jajaja,lo k hace mirar unos segundos la hora.Pero Torre si k se da ,buena cuenta d ella,un cabo suelto.Ya la tenemos dentro ,y Peter aún no ha aparecido.Todavía le cuesta ,pero es cabezona y al final entra.

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  4. jajajajaj chan llali mas inocente o puede jejejejej mas linda hay espero que no le agan nada a lali mas novelaaaa mas laliter mas genia
    un beso mi vida
    dulce

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  5. Fa ..... te dejo un link para que veas algo nuevo de mi LUGAR en el mundo, es de Rincon Nuestro http://rinconnuestro.blogspot.com.ar

    Fijate y si queres entrar, avisame y le paso tu mail a las chicas.

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  6. No!!, no me gustan q todos quieran a lali, y menos los malos!!! Más nove!

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  7. Lali muerta de nervios, espero que no pase nada malo y que llegue Peter hacerla disque a enojar cuando lo que hace es seducirla.
    Tu cap me recuerda que yo nunca volví a entrar a un bar, donde tuve mi 1 borrachera con ron (nunca más he tomado ron) xd hace ya más de 5 años jaja:).
    Ruthy_lu

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  8. Cada vez me sorprende mas la inocencia de Lali! Quiero otro encuentro laliter
    fresy07

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  9. Lina (@Lina_AR12)9 de junio de 2012, 20:45

    Jaja Lali no tiene registro del lío en el q inocentemente se esta´metiendo!

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  10. huyy mejor q no le pase nada a lali :/
    massssss

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  11. ayyyyy siempre va a estar Lali en el momento y lugar no indicados cuando a los "malos" se trata?!

    MAS NOVE!!!!!

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  12. Jajajjajaja estoy de acuerdo cn Camiii, tiene una suerte :p Jajajaja me encantoooo

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