martes, 31 de marzo de 2015

Y LLEGA LA NOCHE...


¡¡HOLA!! No tengo ninguna justificación, lo sé. Así que PERDÓN por abandonar el blog, pero bueno, paso para dejar algo que escribí. Ya digo que no tiene ningún tipo de continuidad ni nada, solo es una escena que imaginé y me gustó escribirla. ¡Espero que os guste! Si es así, hacérmelo saber con algún comentario.
Espero regresar pronto con buenas noticias. 
Un beso enorme para quien se pase por el blog.  

****

Y LLEGA LA NOCHE…

Después de un día agotador consigo plantar el cuerpo en la cama, huele a limpio y las sábanas están frías, apoyo la cabeza en la almohada con cuidado e inmediatamente siento relajación en mi cuerpo, me dejo caer para que sea ahora la cama la que se haga cargo de mi peso –yo ya lo hice las quince horas restantes del día-.
Lo mismo que me envuelve la cama, lo hace una mano alrededor de mi cintura, siento esa presencia detrás de mí, su olor a perfume –aún cuando vaya a dormir, porque como él dice “yo soy un hombre muy limpio”-, y su aliento cerca de la oreja… mmmm su simple olor me hace estremecer.

-¿No hay beso de buenas noches hoy?- me susurra muy bajito.

Noto como su boca esboza una sonrisa mientras se acerca para dejar un pequeño beso en la oreja. Sonrió a su vez y le respondo con los ojos cerrados lo más tranquila que la situación me permite estar.

-Pensaba que dormías, faltan tres horas para que suene tu despertador-

Solo siento su aliento ahora en mi cuello, su mano buscando un poco de piel con ese pijama polar que utilizo para el invierno y del cual se burla cada día de su vida –y de la mía-. Escucho como refunfuña un “a la mierda el despertador” que me hace largar una carcajada más fuerte  de lo normal, mientras me regaño mentalmente por reír de esa manera a la una de la mañana de un miércoles cualquiera. Me giro por su insistencia y lo encuentro de frente, observándome con mirada traviesa. Una sonrisa aparece en su cara, la sonrisa que siempre pone cuando vamos a hacer el amor. Se acerca un poquito a mi cara y chocamos nuestras frentes.

-Quiero hacértelo…- lloriquea bromeando mientras su mirada se vuelve más suave, como un niño, mi pequeño niño grande.

Y si alguien nos observara desde fuera, vería la sonrisa bobalicona que tengo plantada en la cara. Me muerdo el labio, porque si no, es probable que la carcajada de antes se convirtiera ahora en un susurro. Es divertido verlo así, rogando por “un poquito de cariño”, pero la culpa no es mía, es de mi cuerpo.

-¿Quién te lo impide?- y ver su cara de idiota me hace reír más aún. –vamos a despertar a todos- le susurro cerca de su boca.

-Voy a besarte- me afirma mientras su boca impacta con la mía y consigo balbucear “ya era hora”.
Su lengua de inmediato se introduce en mi boca y busca desesperada la mía que no tarda en unirse a su juego. Estoy tan concentrada en el beso que por un momento me olvido de la presencia de otras personas en la casa y suelto un jadeo que lo vuelve loco. Su mano consigue colarse por la camiseta de mi pijama y alcanzar mi pecho izquierdo. El que jadea es él porque lo siente lleno, mi pecho se amolda perfectamente a su mano –pechos perfectos, como me dice él-. Acaricia cada parte de mi pezón y pasa desesperado al otro hasta tenerlos como a él le gustan, erectos.

-Levanta los brazos cariño- hago lo que me pide y saca el pijama por mi cabeza –las echaba de menos- hace referencia a mis pechos y yo le golpeo divertida el brazo.

-¡Exagerado!- le respondo sonriendo -¡Fuera esa camiseta!-

Le ayudo a desnudarse mientras me muerdo el labio de pura excitación, demasiados días sin sentirlo y el cuerpo se resiente. Su boca va directa a mi cuello, para bajar suavemente hasta mis pechos, que acaricia con su lengua poniéndome más excitada aun. Sigue ese recorrido hasta parar en mi vientre –casi plano- me mira sonriente, pidiéndome ese permiso inexistente de hacerme disfrutar, sonrisa que respondo con mi respiración agitada. Baja mis pantalones, a los cuales le siguen mi braguitas “anti-morbo” –como él bautizó en su momento, hace más de dos meses- pero en estos momentos necesarias. Besa de lado a lado mis caderas y centra su atención en mis muslos que besa por dentro justo pegado a mi centro. Mi respiración cada vez esta mas descontrolada y para hacerme “sufrir” un poco más, sopla suavemente justo en mi clítoris.

-¡Vamos cariño!- le apremio

-Shhh quieta o comienzo de nuevo- gruño porque necesito urgencia para calmar lo que mi cuerpo pide ansioso.

Siento como su boca se acerca y mis piernas se mueven para darle mejor acceso. Antes de sentir su boca en mi centro lo siento moverse hasta encontrarse de nuevo con mis ojos. Miro sus ojos marrones aturdida, sin saber que ha pasado.

-Te dije quieta…ahora toca empezar de nuevo-

Lo miro con cara de odio, pero de odio de verdad, de esas que te dan ganas de estrangularlo por dejarte así, a punto de caramelo. Me sonríe como si fuera inocente de sus actos y se acerca a mi boca a torturarla una vez más, antes que continúe más abajo y me vuelva a hacer tortura, le bajo los pantalones con manos y piernas, situación que me parece divertida y sonrió con su boca comiendo la mía. Mi objetivo no es otro que sentirlo plenamente y esos pequeños roces previos son demasiado estimuladores. Baja su boca de nuevo por mi cuello y mis pechos dedicándoles esta vez menos tiempo, vuelve a llegar a mi centro y antes de soplar toca suavemente con sus dedos. Ese roce me hace jadear, para sentir segundos después su aliento cálido posarse en cada parte de mi placer. Vuelvo a jadear esta vez un poco mas fuerte mientras su lengua hace mil maravillas en mi cuerpo. Sustituye en ocasiones sus labios por sus dedos mientras siento como su respiración también esta agitada y comienzo a sentir esa presión en mí bajo vientre, esa sensación de alcanzar el punto más alto de la escala del placer.

-¡vamos nena déjate ir!- y esas simples palabras me catapultan al extremo. Sus dedos no dejan de moverse en mi interior mientras siento que me libero de la tensión de los últimos meses.

Mis jadeos son más fuertes hasta que siento como sus manos son sustituidas por su pene y de una sola estocada consigue hundirse en mí.

-Te echaba de menos cielo- le susurro entre jadeos.

Sus movimientos son cada vez más rápidos, pocos minutos después ralentiza sus movimientos y lo miro extrañada por ese cambio tan brusco.

-Necesito controlarme un poco o esto se termina rápido-

Lo beso con desesperación instándole a moverse más rápido mientras alzo mis caderas, estoy a punto de llegar a mi segundo orgasmo y quiero hacerlo con él. Como tanto me gusta, los dos a la vez. Muevo mis caderas más rápido mientras él se hunde más y más en mí. Movimientos sincronizados, nuestros cuerpos son más que conocidos para el otro, tras tanto tiempo compartiendo la misma cama. Estamos a punto de llegar al orgasmo, porque siento como él se tensa bajo mi cuerpo, lo noto hasta el fondo de mi y esa última estocada nos hace jadear en la boca del otro.
Tardamos varios minutos en recuperarnos, miro cada detalle de su cara, como si estuviera analizando una fotografía y le sonrío para después darle un pequeño beso que él responde. No hablamos, sale en silencio de mi cuerpo poniendo una cara realmente sexi cuando me abandona. Se levanta y me da la mano. No decimos nada, nos dirigimos juntos al baño y mientras él se encarga de poner el agua a punto yo me miro al espejo y veo mi contorno un poco diferente a como era y sonrío por las rojeces que tengo por todo mi cuerpo –su barba al ras y mi piel sensible es mala combinación-.

-Mi momento favorito del día- susurra con sonrisa lasciva cuando mira mi cuerpo completamente desnudo. Me sonrojo porque sigo siendo estúpidamente vergonzosa en lo que se refiere a él.

-¿Cuál es tu momento?- aunque ya lo sé, pero me encanta que me lo repita.

-Ver tu piel roja, tus labios hinchados y tu sonrisa- me acerco a él para entrar en la ducha a la vez que lo beso.

Y esa rutina nuestra de darnos un baño después de hacer el amor. Esa rutina, que se repite tras varios años juntos. Compartir dichos momentos con tu amor, con tu compañero, con tu otra mitad, algo de los dos, ese momento para mí es único, irreemplazable.

-Amor tienes los labios morados y los ojos medio cerrados­­- estoy abrazada a su pecho mientras él me acaricia desde la nuca hasta el bajo de mi espalda.

-Me niego- sonríe mientras siento un beso en mi frente –y mañana de nuevo la locura- lo digo con pesar, pero solo por el cansancio que tengo cuando termina mi día, pero realmente disfruto esta nueva experiencia de mi vida.

-Una locura increíble o ¿no?- lo miro sonriendo mientras asiento.

Salimos del baño y volvemos a ponernos nuestros respectivos pijamas, escucho por millonésima vez sus comentarios acerca de mi súper pijama polar. Veo como sale del cuarto y lo sigo porque sé a dónde se dirige.

Observo como abre la puerta del cuarto rojo en silencio, se para frente a las literas blancas –dos camas que siempre odiaré pero que él, como buen cabezón, tuvo que comprar- se acerca a la cama más alta y cubre a nuestro hombrecito de nueve años, le da un beso en el cachete lleno de arañazos porque esta mañana se peleó con otro compañero del colegio. Se pone de rodillas para estar a la altura de la cama de abajo, haciendo la misma operación pero esta vez con nuestra morenita, también de nueve años, e inseparable de su mellizo. Sonrío desde la puerta porque soy una cursi y verlo así me enamora más y más. Me ve y me sonríe, esa sonrisa que solo yo consigo provocarle. Salimos de ese cuarto y vamos juntos a la habitación verde. Esta vez encontramos camas completamente diferentes, una en forma de avión, la otra en forma de corazón y los dos observamos sorprendidos como una de ellas está completamente vacía y la otra está ocupada por dos personitas de seis y cinco años, la locura de la casa. Dos princesas atípicas, una fanática de todo aparato que vuele y la otra una romántica empedernida como yo. Él coge a nuestra piloto para acostarla en su cama, mientras yo me encargo de acomodar a la romántica. Repartimos de nuevo besos y palabras susurradas a nuestras princesas.

Para terminar la ronda nocturna nos dirigimos al cuarto morado, vemos la cuna junto a una cama completamente destartalada por las mantas, esta cama es propiedad de la “Okupa” de mi casa –mi hermana de veinte años, que pasa más horas en mi hogar que en la de mis padres- Miro como él pretende gastarle alguna broma, mientras la “okupa” duerme plácidamente con la boca abierta y una postura imposible, como siempre con el bendito móvil y la luz parpadeando justo al lado de su cabeza en la misma almohada. Lo detengo con un gesto serio mientras él ríe divertido. Vamos a la cuna marrón que está al lado de la cama y vemos al benjamín de la casa, de tan solo dos meses, durmiendo plácidamente y por más que nos pese con él mismo gesto que su tía. Nos lo comemos a besos, porque a pesar de ser un autentico fiera, duerme como un lirón y ni se mueve cuando lo sobamos.

Volvemos a nuestra habitación y simplemente nos acostamos, me pego a él para darle el beso de buenas noches que tenemos por costumbre y segundos después me giro dándole la espalda, porque sí, puedes dormir abrazado a tu pareja pero ese abrazo solo durará cinco minutos, después necesitas tu espacio y por eso yo agito los trámites y lo hago directamente, momentos después siento como intenta quitar todo mi pelo desparramado por la almohada para poderse acercar un poco a mí.
Vuelvo a sentir como mi cuerpo se relaja por segunda vez en la noche y de repente escucho de fondo el irritante sonido del despertador. Muevo la mano hasta que escucho un golpe contra el suelo y el sonido cesa, mi primer pensamiento es “a la mierda el teléfono otra vez”, abro un ojo y después el otro, estoy dos segundos sin hacer ningún gesto hasta que mi mente también despierta. Me giro bruscamente y ¿Qué hay? Nada, ni nadie. Me incorporo en la cama para maldecir.

-¡Joder con el sueño!-

Y aunque este puteando cada minuto vivido en ese sueño, en el fondo de mi corazón me lamento de no poder vivir esa escena con él, tal como una vez imaginé y como mi mente, noche tras noche, intenta revivir. Pero la situación es tan distinta y tan dolorosa que solo me queda resignarme y esperar que verdaderamente la reencarnación de las almas exista y el destino sea menos cabrón conmigo y permita cruzarme en su camino para lograr nuestra noche ideal.


¡GRACIAS A TOD@S!

FATY***