¡¡HOLA!! No tengo ninguna justificación, lo sé. Así que PERDÓN por abandonar el blog, pero bueno, paso para dejar algo que escribí. Ya digo que no tiene ningún tipo de continuidad ni nada, solo es una escena que imaginé y me gustó escribirla. ¡Espero que os guste! Si es así, hacérmelo saber con algún comentario.
Espero regresar pronto con buenas noticias.
Un beso enorme para quien se pase por el blog.
****
Y LLEGA LA NOCHE…
Después de un día agotador
consigo plantar el cuerpo en la cama, huele a limpio y las sábanas están frías,
apoyo la cabeza en la almohada con cuidado e inmediatamente siento relajación
en mi cuerpo, me dejo caer para que sea ahora la cama la que se haga cargo de
mi peso –yo ya lo hice las quince horas restantes del día-.
Lo mismo que me envuelve la cama,
lo hace una mano alrededor de mi cintura, siento esa presencia detrás de mí, su
olor a perfume –aún cuando vaya a dormir, porque como él dice “yo soy un hombre
muy limpio”-, y su aliento cerca de la oreja… mmmm su simple olor me hace
estremecer.
-¿No hay beso de buenas noches hoy?- me susurra muy bajito.
Noto como su boca esboza una
sonrisa mientras se acerca para dejar un pequeño beso en la oreja. Sonrió a su
vez y le respondo con los ojos cerrados lo más tranquila que la situación me
permite estar.
-Pensaba que dormías, faltan tres horas para que suene tu despertador-
Solo siento su aliento ahora en
mi cuello, su mano buscando un poco de piel con ese pijama polar que utilizo
para el invierno y del cual se burla cada día de su vida –y de la mía-. Escucho
como refunfuña un “a la mierda el despertador” que me hace largar una carcajada
más fuerte de lo normal, mientras me regaño
mentalmente por reír de esa manera a la una de la mañana de un miércoles
cualquiera. Me giro por su insistencia y lo encuentro de frente, observándome con
mirada traviesa. Una sonrisa aparece en su cara, la sonrisa que siempre pone
cuando vamos a hacer el amor. Se acerca un poquito a mi cara y chocamos
nuestras frentes.
-Quiero hacértelo…- lloriquea bromeando mientras su mirada se
vuelve más suave, como un niño, mi pequeño niño grande.
Y si alguien nos observara desde
fuera, vería la sonrisa bobalicona que tengo plantada en la cara. Me muerdo el
labio, porque si no, es probable que la carcajada de antes se convirtiera ahora
en un susurro. Es divertido verlo así, rogando por “un poquito de cariño”, pero
la culpa no es mía, es de mi cuerpo.
-¿Quién te lo impide?- y ver su cara de idiota me hace reír más
aún. –vamos a despertar a todos- le
susurro cerca de su boca.
-Voy a besarte- me afirma mientras su boca impacta con la mía y
consigo balbucear “ya era hora”.
Su lengua de inmediato se
introduce en mi boca y busca desesperada la mía que no tarda en unirse a su
juego. Estoy tan concentrada en el beso que por un momento me olvido de la
presencia de otras personas en la casa y suelto un jadeo que lo vuelve loco. Su
mano consigue colarse por la camiseta de mi pijama y alcanzar mi pecho
izquierdo. El que jadea es él porque lo siente lleno, mi pecho se amolda
perfectamente a su mano –pechos perfectos, como me dice él-. Acaricia cada
parte de mi pezón y pasa desesperado al otro hasta tenerlos como a él le gustan,
erectos.
-Levanta los brazos cariño- hago lo que me pide y saca el pijama
por mi cabeza –las echaba de menos- hace
referencia a mis pechos y yo le golpeo divertida el brazo.
-¡Exagerado!- le respondo sonriendo -¡Fuera esa camiseta!-
Le ayudo a desnudarse mientras me
muerdo el labio de pura excitación, demasiados días sin sentirlo y el cuerpo se
resiente. Su boca va directa a mi cuello, para bajar suavemente hasta mis
pechos, que acaricia con su lengua poniéndome más excitada aun. Sigue ese
recorrido hasta parar en mi vientre –casi plano- me mira sonriente, pidiéndome
ese permiso inexistente de hacerme disfrutar, sonrisa que respondo con mi
respiración agitada. Baja mis pantalones, a los cuales le siguen mi braguitas
“anti-morbo” –como él bautizó en su momento, hace más de dos meses- pero en
estos momentos necesarias. Besa de lado a lado mis caderas y centra su atención
en mis muslos que besa por dentro justo pegado a mi centro. Mi respiración cada
vez esta mas descontrolada y para hacerme “sufrir” un poco más, sopla
suavemente justo en mi clítoris.
-¡Vamos cariño!- le apremio
-Shhh quieta o comienzo de nuevo- gruño porque necesito urgencia
para calmar lo que mi cuerpo pide ansioso.
Siento como su boca se acerca y
mis piernas se mueven para darle mejor acceso. Antes de sentir su boca en mi
centro lo siento moverse hasta encontrarse de nuevo con mis ojos. Miro sus ojos
marrones aturdida, sin saber que ha pasado.
-Te dije quieta…ahora toca empezar de nuevo-
Lo miro con cara de odio, pero de
odio de verdad, de esas que te dan ganas de estrangularlo por dejarte así, a
punto de caramelo. Me sonríe como si fuera inocente de sus actos y se acerca a
mi boca a torturarla una vez más, antes que continúe más abajo y me vuelva a
hacer tortura, le bajo los pantalones con manos y piernas, situación que me
parece divertida y sonrió con su boca comiendo la mía. Mi objetivo no es otro
que sentirlo plenamente y esos pequeños roces previos son demasiado
estimuladores. Baja su boca de nuevo por mi cuello y mis pechos dedicándoles
esta vez menos tiempo, vuelve a llegar a mi centro y antes de soplar toca
suavemente con sus dedos. Ese roce me hace jadear, para sentir segundos después
su aliento cálido posarse en cada parte de mi placer. Vuelvo a jadear esta vez
un poco mas fuerte mientras su lengua hace mil maravillas en mi cuerpo. Sustituye
en ocasiones sus labios por sus dedos mientras siento como su respiración también
esta agitada y comienzo a sentir esa presión en mí bajo vientre, esa sensación
de alcanzar el punto más alto de la escala del placer.
-¡vamos nena déjate ir!- y esas simples palabras me catapultan al
extremo. Sus dedos no dejan de moverse en mi interior mientras siento que me
libero de la tensión de los últimos meses.
Mis jadeos son más fuertes hasta que
siento como sus manos son sustituidas por su pene y de una sola estocada
consigue hundirse en mí.
-Te echaba de menos cielo- le susurro entre jadeos.
Sus movimientos son cada vez más
rápidos, pocos minutos después ralentiza sus movimientos y lo miro extrañada
por ese cambio tan brusco.
-Necesito controlarme un poco o esto se termina rápido-
Lo beso con desesperación
instándole a moverse más rápido mientras alzo mis caderas, estoy a punto de
llegar a mi segundo orgasmo y quiero hacerlo con él. Como tanto me gusta, los
dos a la vez. Muevo mis caderas más rápido mientras él se hunde más y más en
mí. Movimientos sincronizados, nuestros cuerpos son más que conocidos para el
otro, tras tanto tiempo compartiendo la misma cama. Estamos a punto de llegar
al orgasmo, porque siento como él se tensa bajo mi cuerpo, lo noto hasta el
fondo de mi y esa última estocada nos hace jadear en la boca del otro.
Tardamos varios minutos en
recuperarnos, miro cada detalle de su cara, como si estuviera analizando una
fotografía y le sonrío para después darle un pequeño beso que él responde. No
hablamos, sale en silencio de mi cuerpo poniendo una cara realmente sexi cuando
me abandona. Se levanta y me da la mano. No decimos nada, nos dirigimos juntos
al baño y mientras él se encarga de poner el agua a punto yo me miro al espejo
y veo mi contorno un poco diferente a como era y sonrío por las rojeces que
tengo por todo mi cuerpo –su barba al ras y mi piel sensible es mala
combinación-.
-Mi momento favorito del día- susurra con sonrisa lasciva cuando
mira mi cuerpo completamente desnudo. Me sonrojo porque sigo siendo
estúpidamente vergonzosa en lo que se refiere a él.
-¿Cuál es tu momento?- aunque ya lo sé, pero me encanta que me lo
repita.
-Ver tu piel roja, tus labios hinchados y tu sonrisa- me acerco a
él para entrar en la ducha a la vez que lo beso.
Y esa rutina nuestra de darnos un
baño después de hacer el amor. Esa rutina, que se repite tras varios años
juntos. Compartir dichos momentos con tu amor, con tu compañero, con tu otra
mitad, algo de los dos, ese momento para mí es único, irreemplazable.
-Amor tienes los labios morados y los ojos medio cerrados- estoy
abrazada a su pecho mientras él me acaricia desde la nuca hasta el bajo de mi
espalda.
-Me niego- sonríe mientras siento un beso en mi frente –y mañana de nuevo la locura- lo digo
con pesar, pero solo por el cansancio que tengo cuando termina mi día, pero
realmente disfruto esta nueva experiencia de mi vida.
-Una locura increíble o ¿no?- lo miro sonriendo mientras asiento.
Salimos del baño y volvemos a
ponernos nuestros respectivos pijamas, escucho por millonésima vez sus
comentarios acerca de mi súper pijama polar. Veo como sale del cuarto y lo sigo
porque sé a dónde se dirige.
Observo como abre la puerta del
cuarto rojo en silencio, se para frente a las literas blancas –dos camas que
siempre odiaré pero que él, como buen cabezón, tuvo que comprar- se acerca a la
cama más alta y cubre a nuestro hombrecito de nueve años, le da un beso en el
cachete lleno de arañazos porque esta mañana se peleó con otro compañero del colegio.
Se pone de rodillas para estar a la altura de la cama de abajo, haciendo la
misma operación pero esta vez con nuestra morenita, también de nueve años, e
inseparable de su mellizo. Sonrío desde la puerta porque soy una cursi y verlo
así me enamora más y más. Me ve y me sonríe, esa sonrisa que solo yo consigo
provocarle. Salimos de ese cuarto y vamos juntos a la habitación verde. Esta
vez encontramos camas completamente diferentes, una en forma de avión, la otra
en forma de corazón y los dos observamos sorprendidos como una de ellas está
completamente vacía y la otra está ocupada por dos personitas de seis y cinco
años, la locura de la casa. Dos princesas atípicas, una fanática de todo
aparato que vuele y la otra una romántica empedernida como yo. Él coge a
nuestra piloto para acostarla en su cama, mientras yo me encargo de acomodar a
la romántica. Repartimos de nuevo besos y palabras susurradas a nuestras
princesas.
Para terminar la ronda nocturna
nos dirigimos al cuarto morado, vemos la cuna junto a una cama completamente
destartalada por las mantas, esta cama es propiedad de la “Okupa” de mi casa
–mi hermana de veinte años, que pasa más horas en mi hogar que en la de mis
padres- Miro como él pretende gastarle alguna broma, mientras la “okupa” duerme
plácidamente con la boca abierta y una postura imposible, como siempre con el
bendito móvil y la luz parpadeando justo al lado de su cabeza en la misma
almohada. Lo detengo con un gesto serio mientras él ríe divertido. Vamos a la
cuna marrón que está al lado de la cama y vemos al benjamín de la casa, de tan
solo dos meses, durmiendo plácidamente y por más que nos pese con él mismo
gesto que su tía. Nos lo comemos a besos, porque a pesar de ser un autentico
fiera, duerme como un lirón y ni se mueve cuando lo sobamos.
Volvemos a nuestra habitación y
simplemente nos acostamos, me pego a él para darle el beso de buenas noches que
tenemos por costumbre y segundos después me giro dándole la espalda, porque sí,
puedes dormir abrazado a tu pareja pero ese abrazo solo durará cinco minutos,
después necesitas tu espacio y por eso yo agito los trámites y lo hago
directamente, momentos después siento como intenta quitar todo mi pelo
desparramado por la almohada para poderse acercar un poco a mí.
Vuelvo a sentir como mi cuerpo se
relaja por segunda vez en la noche y de repente escucho de fondo el irritante
sonido del despertador. Muevo la mano hasta que escucho un golpe contra el
suelo y el sonido cesa, mi primer pensamiento es “a la mierda el teléfono otra
vez”, abro un ojo y después el otro, estoy dos segundos sin hacer ningún gesto
hasta que mi mente también despierta. Me giro bruscamente y ¿Qué hay? Nada, ni
nadie. Me incorporo en la cama para maldecir.
-¡Joder con el sueño!-
Y aunque este puteando cada
minuto vivido en ese sueño, en el fondo de mi corazón me lamento de no poder
vivir esa escena con él, tal como una vez imaginé y como mi mente, noche tras
noche, intenta revivir. Pero la situación es tan distinta y tan dolorosa que
solo me queda resignarme y esperar que verdaderamente la reencarnación de las
almas exista y el destino sea menos cabrón
conmigo y permita cruzarme en su camino para lograr nuestra noche ideal.
¡GRACIAS A TOD@S!
FATY***