ESTE CAPÍTULO SERVIRÁ PARA ENTENDER UNA PARTE DE LO QUE OCURRIO EN EL PRIMER CAPÍTULO
Capítulo 6
Al alcalde Charly
Nolan le encantaba su pueblo. Hilisboro era insólitamente compacto para ser una
población del sur, donde la tierra era barata y fértil, y resultaba fácil
expansionarse. Pero Hilisboro, por el contrario, nunca se había extendido en
exceso, por lo que permanecía en su mayor parte acurrucado en un pequeño valle,
rodeado por las estribaciones de los montes Apalaches. Hasta le gustaba el
camino por el que se llegaba a la población: la carretera principal, jalonada
de cedros, ascendía tortuosamente por la colina, luego describía una curva y de
pronto aparecía ante los ojos de aquel pueblo, que más parecía de Nueva
Inglaterra que del soleado sur.
Había pináculos
de iglesias blancas perforando el cielo, grandes nogales y robles con sus
enormes copas verdes desplegadas, jardines cuajados de flores; diablos, incluso
tenían una plaza del pueblo. No había palacio de justicia, porque Hilisboro no
era la capital del estado, pero sí una plaza. Tenía una extensión de sólo cuatro
mil metros cuadrados, y la habían construido en forma de parquecito con
parterres de flores muy cuidados y bancos para sentarse, además del consabido
cañón que databa de la guerra entre estados, con una pila de balas oxidadas
junto a su base. Eran bastantes los ciudadanos que de hecho utilizaban el
parquecito, de modo que el alcalde opinaba que el coste había sido justificado.
El
ayuntamiento, un edificio de dos plantas de ladrillos amarillos, se encontraba
a un lado de la plaza, flanqueado por el departamento de policía y la
biblioteca municipal, de columnas blancas, el primero gobernado por el Jefe Peter
Lanzani, un yanqui áspero y duro que mantenía el pueblo del alcalde limpio
como una patena, y el segundo por la señorita Lali Espósito, una vieja solterona
apergaminada donde las hubiera. No es
que fuera tan vieja, pero sí que estaba apergaminada. Era uno de los personajes favoritos del alcalde de un
pueblo pequeño lleno de personajes, porque Lali representaba claramente un
estereotipo.
Había diversas
tiendas que daban a la plaza, como la tintorería, la ferretería, un comercio de
ropa, varias tiendas de antigüedades, la de ultramarinos, una tienda de
chucherías y otra de bricolage. Hilisboro no tenía tiendas de moda, pero sus
habitantes podían adquirir todo lo que necesitaban para sobrevivir y disfrutar
de la vida sin salir de allí. Contaba con el habitual surtido de
establecimientos de comida rápida, pero ninguno de ellos se encontraba en la
plaza; estaban todos en la carretera que iba a Fort Payne. El único restaurante
que había en la plaza era el Coffee Cup, que tenía bastante clientela a la hora
del desayuno y del almuerzo, no así durante la cena, por lo que cerraba a las
seis.
Era un pueblo
tranquilo, como cualquier otra población de poco más de nueve mil habitantes.
No había bares ni clubes nocturnos; era un condado abstemio. Si uno quería
beber alcohol —legalmente— tenía que irse hasta Scottsboro, que se había
separado del resto del condado y votado por permitir el alcohol, o bien a
Madison County. Claro que la gente siempre trataba de llevarse alcohol a casa,
y el departamento de policía tendía a mirar a otra parte mientras lo hicieran
así. No obstante, tomaba medidas enérgicas contra aquellas personas que
pretendían beber y conducir al mismo tiempo, y se mantenía alerta por si algún
adolescente intentaba llevarse furtivamente unas cajas de cerveza para alguna
fiesta. Y aunque también había gente que fumaba marihuana o tomaba pastillas, Charly
Nolan se esforzaba mucho por mantener Hilisboro limpio de drogas.
Aquélla era una
de las razones por las que había elegido como jefe de policía a Peter Lanzani. Lanzani
había trabajado en Chicago y en Nueva York; tenía amplia experiencia en calles
y callejones, y sabía qué buscar cuando se trataba de drogas. Aunque sus
métodos fueran a veces un tanto bruscos para aquella parte del país... Bueno,
había que aceptar los pros y los contras. Lo mejor de Lanzani era que se
trataba de un forastero. Podía llevar a cabo el trabajo, y no estaba metido en
aquella red de buenos chicos por la cual se pasaba una cantidad asombrosa de
información y de favores. Un favor recibido era
un favor debido, y antes de que uno se diese cuenta se hacían cosas que
no debían hacerse, y se pasaba información que no debía pasarse. Al contratar a
un forastero. Charly había cortado aquello de raíz. Hilisboro debía seguir
siendo un lugar pacífico y limpio, tal como a él le gustaba, y el jefe de
policía estaba demasiado aislado para enterarse de cosas que no necesitaba
saber. Hasta el momento, aquello había funcionado bien.
Charly llevaba
nueve años siendo alcalde, precisamente el año anterior había ganado su tercer
mandato en el puesto. Tenía sólo cuarenta y cinco años, y era un hombre delgado
y apuesto de ojos oscuros y cabello de igual color y bien cuidado. Se había
criado en Hilisboro, un chico popular que practicó todos los deportes —fútbol
americano, baloncesto, béisbol— pero que nunca había destacado en ninguno de
ellos. Aquello no había afectado su popularidad ni sus planes. Jamás soñó con
alcanzar el éxito en las ligas profesionales de ningún deporte, y el líder
estrella no fue el que se casó con la jefa de las animadoras; ese honor había
sido para él. Mercedes Funes, ágil y rubia, se había convertido en la señora de
Charly Nolan en junio, después de sacarse el título universitario en
administración de empresas. Al año siguiente se produjo la llegada de Jason, y
tres años más tarde nació aquella rubita llamada Paige. Los retratos de su
familia parecían de revista, como un folleto de planificación familiar.
Los hijos de
Nolan también llevaban la nariz limpia; Jason resultó tener un buen brazo para
lanzar, y asistió a la universidad gracias a ello. Pero vivir de las ligas
profesionales no era su sueño, como no lo había sido para su padre, por lo que
en la actualidad estudiaba en la Facultad de medicina de Carolina del Norte.
Paige, de veinte años, también iba a la universidad y estudiaba ciencias y
matemáticas; deseaba trabajar en el programa espacial. Eran unos chicos
estupendos; gracias a Dios que ninguno de los dos se parecía a su madre.
Sí, Mercedes
era la oveja negra de la familia. La buena de Mercedes;
Charly debería
haber comprendido que si ya era una chica fácil en el instituto y en la
universidad, el matrimonio no iba a cambiarla. Sabía que se había metido en la
cama casi con todo el mundo. Si sus dos hijos no se parecieran tanto a él, les
habría hecho la prueba del ADN.
Pero al
principio Mercedes intentó por lo menos limitarse a la cama de él; Charly no
creía que hubiera empezado a serle infiel de manera sistemática hasta que Paige
cumplió los dos años.
Su carrera
política probablemente soportaría la conmoción que supondría divorciarse de
ella, pero no tenía intención alguna de hacerlo. Por un lado, los chicos
adoraban a su madre y él no quería causarles daño; por el otro, Mercedes tenía
sus ventajas. Estaba seguro de que ella le había hecho ganar unos cuantos votos
solidarios —cosas como «el pobre Nolan hace lo que puede para mantener la
familia unida»—, y además, si él necesitaba cerrar un trato o devolver un
favor, Mercedes estaba siempre dispuesta a quitarse las bragas y meterse en la
cama.
Por supuesto,
eso significaba que él tema que acudir a otra parte para aliviarse. De ningún
modo pensaba volver a meter su polla en Mercedes, después de la gentuza con la
que se había revolcado. Podría haber iniciado una relación con cualquiera de
las mujeres disponibles que había en el pueblo —y también con algunas que se
suponía que no lo estaban— de haber sentido esa inclinación, pero un hombre sensato
nunca ensuciaba su propio nido. No, lo mejor era aliviar sus ansias fuera del
pueblo, y según parecía, nunca había tenido problemas para encontrar una mujer
cuando la necesitaba.
Su número
privado, que se distinguía de las otras líneas de la oficina por su distintivo
tono, empezó a sonar. Después de mirar primero hacia la puerta para cerciorarse
de que estaba cerrada, Charly atendió la llamada.
—¿Sí? —Nunca decía su nombre, por si acaso, sobre todo por el teléfono
móvil, pero aquella costumbre también se le había contagiado con los teléfonos
fijos.
—Tenemos un pequeño problema con el envío —dijo
una voz que reconoció.
—¿Va a haber retraso en la salida?
—Sí. Quizá desees ocuparte de esto tú mismo.
Charly maldijo
para sus adentros; tenía programado un partido de golf, si es que aquella
maldita lluvia cesaba alguna vez. Y ahora tendría que ir en automóvil casi
hasta Huntsville. Pero Juan Cruz Torre era un hombre capaz; no habría dicho que
tenía que supervisar personalmente aquel problema si no se tratara de algo
serio.
—Me tomaré un buen rato para comer —dijo
brevemente.
—Ven al granero —dijo Torre—. Te estaré esperando. Los dos hombres
colgaron, y Charly devolvió el auricular a su horquilla lentamente. Siempre que
no se hubiera ido al garete una escapada, todo iría bien, y si eso hubiera
sucedido Juan Cruz se lo habría dicho inmediatamente. Pero a veces surgían
otros problemas, problemas que había que atajar de inmediato antes de que se
complicara la situación.
Tres horas más
tarde, de pie en el interior de un viejo y destartalado granero, contempló el
problema y maldijo en silencio mientras calculaba la pérdida de beneficios.
—¿Qué ha ocurrido?
—Sobredosis —contestó Juan Cruz Torre
sucintamente. No hacía falta esforzarse mucho para adivinar lo que había
pasado, pensó el alcalde con amargura.
—¿GHB?
—Sí.
—Teo.
Torre no le
contradijo, y Charly suspiró.
—El señor Teo se está convirtiendo en un
problema. Aquélla no era la primera vez que Teo había drogado a una de las
chicas con GHB. Aquel enfermizo hijo de puta las prefería inconscientes para “violarlas”;
Charly suponía que aquello lo hacía sentirse como si estuviera desquitándose de
algo. O a lo mejor pensaba que si ellas no se resistían, entonces no era una
violación. Fuera cual fuera su razonamiento, era la segunda vez que mataba a
una de las chicas con GHB. Una cosa era utilizar la mercancía, pero cuando
empezó a tomar parte en los beneficios, la cosa fue más seria.
Torre lanzó un
gruñido.
—Teo «ha sido» un problema. Ese jodido
idiota causa más problemas de lo que vale.
—Estoy de acuerdo.
—¿Quieres que prepare algo?
—Me temo que tendremos que hacerlo. Las diversiones y
los jueguecitos de Teo nos están costando dinero.
Torre se sintió
aliviado. No le gustaba trabajar con jodídos aguafiestas, y Teo era un
aguafiestas de primera categoría. Por otra parte, era un placer trabajar con un
hombre como Charly Nolan, que nunca rompía a sudar sino que lo manejaba todo
con una frialdad carente de emociones. Torre señaló el bulto que yacía en el
suelo.
—¿Qué quieres que haga con el cadáver? ¿Lo entierro?
¿Ó lo tiro en algún sitio?
Charly
reflexionó.
—¿ Cuánto tiempo ha pasado ?
—Casi cuatro horas desde que me enteré.
—Espera otro par de horas para estar seguros, y luego
tíralo.- La composición
química del GHB desaparecía al cabo de seis horas, lo cual hacía que fuera
imposible de detectar a menos que se encontrara un cadáver y se le hicieran
pruebas dentro de ese margen de tiempo. Después, quizá las autoridades
sospecharan del GHB, pero no habría forma de probarlo.
—¿Alguna preferencia en cuanto al lugar?
—No, mientras no guarde relación con nosotros. Torre se frotó la mandíbula.
—Entonces creo que me la llevaré a Marshall County;
cuando la encuentren, pensarán que no es más que otra de esas trabajadoras
emigrantes y nadie se molestará mucho en identificarla. —Levantó la vista hacia el tejado de
estaño, donde no cesaba de repiquetear la lluvia—. El tiempo nos ayudará; no quedará ninguna huella que rastrear, ni
aunque los patanes de Marshall decidieran hacer un esfuerzo.
—Buena idea.
Dejó escapar un
suspiro al contemplar aquel pequeño bulto. La muerte no sólo dejaba inmóvil un
cuerpo; también lo reducía a un mero bulto, desprovisto de la tensión y la
gracia inherente que la fuerza vital aportaba a los músculos. No entendía cómo
alguien podía creer que una persona muerta estaba dormida, porque cambiaba
totalmente el aspecto del cuerpo. En vida, aquella chica había sido una
belleza, con una chispa de inocencia que habría hecho fluir el dinero. Muerta,
no era nada.
—Voy a llamar a Phillips para informarlo de
lo sucedido y de lo que vamos a hacer en lo que a Teo respecta.
Charly no tenía
ningunas ganas de hacer aquella llamada,.porque odiaba reconocer que había
cometido un error y porque la decisión de contratar a Teo había sido suya.
Bueno, era un
error que pronto se subsanaría. Aquélla había sido la última chica que Teo
drogaba con GHB.
__________________________________________
ca_amorlaliter: ¡PRIMERA EN FIRMAR!
VALE: supuestamente en la novela original con el nombre de la protagonista original existía una pelicula que se llamaba "paseando a Ann" o algo así, entonces como le tuve que cambiar el nombre de Ann (personaje original) por Lali, como que no quedaba muy bien, pero igual tenia que ponerlo con el nombre de Lali.
Pasi: Lanzani, nos va a dar cosas muy lindas, ya van a ver los proximos capítulos
Cami @caparatodos: no se como quien sera de lenta Lali... tu me lo puedes decir??? jajajajajajajaja! Te quiero pendeja!
mueroxksiangeles: te mande un correo :-)
FIRMEN!!!!
LAS QUIERO
FATY****
MAS NOVE!!!!! :D me encanta!
ResponderEliminarMuy buena!Me morí con eso q" Teo se está convirtiendo en un problema"...me trasladó a la tercera tempo de CA si se hubieran dado cta de esto y lo sacaban tal vez nos ahorrabamos un disgusto,JAJAJA!(es + fuerte q yo!)
ResponderEliminarYa me parecia turbio Charlie,despues con su matrimonio cambie d opinion,pero como siempre la primera intuicion es la k cuenta,y lo k vino despues me lo confirmo.Vaya panda d basuras.Peter les va a meter mano a esos negocios, para desbancarlos,drogas trata d mujeres,¿k mas descubriremos?.
ResponderEliminarUn chiche el alcalde, eh! Drogas, trata de personas, corrupción... una porquería de tipo este... espero que el severo y apático Lanzani haga lo que debe con este par.
ResponderEliminarQuiero más!
Lore456
Muy bueno, ya me parecia que Teo hacia algo asi y que belen no iba a terminar nada bien =/ pobrecita!
ResponderEliminarRealmente una cualquiera Mercedes, encima en un pueblo tan chico... ni verguenza!
que hdp el alcalde!
espero el proximo cap
un beso
Juli♥
@amorxca
Me gusto el capítulo !!
ResponderEliminarespero el proximo
besos
Ah ahora entendí lo de la peli! Iba más o menos pro donde yo me imagina las cosas con el primer capitulo, Espero más!
ResponderEliminar@vale_cadenas
ajja genial el cap! masss
ResponderEliminarque fuerte bvamos... lo del alcalde me he quedao muerta... ya que este con su mujer por los vots a pesar de que ella lo engaña es fuerte, pero que la "utilice" para cerrar ciertos tratos?? que fuerte
ResponderEliminary lo de las chicas creo que empiezo a entenderlo un poco... ademas de que Teo se les esta saliendo del tiesto y les esta dando problemas, que cerdo
ResponderEliminaresperando mas cada vez mas interesante =) BESOS!!!!! ♥
mmmm me intriga esa nove!! por lo que veo hay oveja negras eh...y si de verdad que ahora entendo un poco mas ajja tiene una trama no se si alla se dice asi muy avicente y que logra captar la atencion de las personas como la mia! me encanta la nove... y me gusto mucho el cap, vamos a ver como se evolverà la historia... un beso!! Giulia ah y no veo la hora de leer el proximo!
ResponderEliminarMe encanta
ResponderEliminarayayyyyy ese cadaver es Belen?! ME encanta la nove! y ya quiero ver que pasa con Laliter y este tema... MAS NOVE Gordi! TE Quieroooooo ;) besos
ResponderEliminar